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Explorando la Patagonia


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Día 1: Aterrizamos en Balmaceda, y desde el avión podíamos ver cómo caía nieve afuera. Al bajar, recibimos la primera brisa de frío. Arrendamos los autos y emprendimos rumbo hacia Cerro Castillo. Hacía frío y nevaba muy fuerte en la carretera; el camino estaba completamente cubierto de nieve. Sin una 4x4, no sé si hubiéramos podido avanzar. Fue un hermoso trayecto de una hora, durante el cual sacamos fotos y quedamos maravillados con los paisajes. Estar aquí en la Patagonia es un sueño hecho realidad.

Llegamos a la casa para instalarnos. Hacía frío, y el lugar es muy remoto. Sabíamos a lo que veníamos y estábamos felices de estar aquí. Tuvimos un breve encuentro con nuestro guía en la casa para hablar y planificar los próximos días.


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Día 2: Mirador del Peñón

 Nos despertamos temprano. Durante la noche escuchamos fuertes vientos, el viento patagónico rugía afuera, durante toda la noche.. Al despertar, Las cañerías estaban congeladas, algo común en estos días fríos, pero lo solucionamos fácilmente con un poco de agua hirviendo en la bomba de agua. Disfrutamos de una mañana tranquila en la casa y luego nos reunimos con nuestro guía, Javi en la parada infaltable mañanera en la copec, para poder tomar un rico café antes de comenzar la actividad. . El plan para hoy era un trekking cercano para disfrutar de las vistas y empezar a dejar atrás el jetlag de los invitados que vienen desde España.

Caminamos dos horas por un bosque muy lindo hasta llegar a un hermoso mirador. Desde ahí, pudimos ver más de cerca las montañas y sentir que ya no estábamos tan lejos de ellas. Nos daban ganas de esquiar y acercarnos aún más.



Día 3: Cerro Mirador Nos despertamos temprano, pero en la casa no había luz ni agua. Había nevado durante la noche y los paneles solares estaban cubiertos de nieve. Encendimos el generador y, después de un desayuno tranquilo, nos reunimos con nuestro guía. Comenzamos el día caminando hacia el punto de partida del randonée. Los árboles estaban cubiertos de nieve recién caía, parecía Narnia! , y las vistas de las montañas patagónicas nos dejaban asombrados cada día más.

Comenzamos a randonear por un bosque de lengas, sintiéndonos pequeños en medio de esta enorme Patagonia. Caminamos dos horas hasta que el paisaje se abrió y pudimos disfrutar de vistas espectaculares de las montañas. El viento comenzó a hacerse más fuerte a medida que subíamos. En un punto, el viento era tan intenso que no pudimos seguir avanzando. Fue un desafío quitar las pieles de las tablas en esas condiciones; tuvimos que ayudarnos entre todos para ser más eficientes y evitar que nuestras manos se congelaran o que cualquier equipo se volara. Finalmente, armamos los splitboards/esquís y comenzamos a descender. Había mucha nieve transportada en una ladera poco inclinada, donde pudimos hacer algunos giros. Regresamos esquiando a través del bosque, donde el viento era menos intenso, y nuestra temperatura corporal aumentó. Llegamos esquiando hasta el auto, ¡ un lujo!

Terminamos el día con una buena comida y cerveza en el restaurante Ruta 7.








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Día 4: Escalada en hielo Nos despertamos y notamos que afuera el viento rugía durante la noche. No había luz en la casa, así que encendimos el generador y disfrutamos de un buen café. Hoy era un día especial: íbamos a escalar en hielo, una actividad nueva para varios de nosotros. . Muy emocionados y motivados como niños chicos, nos encontramos con Javi, nuestro guía, y nos dirigimos al lugar. Estacionamos cerca de la carretera, nos pusimos el equipo (crampones y arnés) y comenzamos una corta caminata de 35 minutos hasta llegar a una cascada congelada.

Era mi primera experiencia escalando en hielo, y fue increíble. Es un deporte difícil que hasta ahora solo había visto de lejos. Escalamos una ruta de nivel medio, con buena inclinación, casi vertical. Lo disfrutamos al máximo. Nuestros guías, Javi y Fito, nos regalaron un día perfecto. Terminamos el día, como de costumbre, con buena comida y cervezas en Ruta 7, para variar! Nuestro restaurante favorito de la villa.





Día de viaje: Camino a El Chaltén El despertador sonó temprano, listos para comenzar nuestro largo día de viaje a El Chaltén. Sabíamos que nos esperaba un trayecto de 10 horas por una carretera eterna y desolada, con algunos de los paisajes más salvajes y hermosos del mundo. A las 8 a.m., ya habíamos pasado la frontera chilena sin problemas, y a las 10 a.m., cruzamos a Argentina.




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Las primeras horas transcurrieron tranquilas hasta que cometimos nuestro primer error: no llenamos el estanque en Perito Moreno, el primer pueblo que cruzamos. Ilusamente, pensamos que encontraríamos una gasolinera en los próximos 100 km. Seguimos maravillados con el paisaje, pero la autonomía de las camionetas comenzó a bajar y no veíamos señales de pueblos cercanos. Con solo 40 km de autonomía, empezamos a preocuparnos. Estábamos en una carretera remota, sin cobertura telefónica, completamente desconectados del mundo.

En medio de la nada, vimos un auto con una rueda pinchada. Nos acercamos a preguntar por la próxima gasolinera, y la respuesta fue clara: "¡Están cagados!" No pudimos contener la risa, aunque no sabíamos quién estaba peor: ellos sin neumático o nosotros sin combustible. Al final, uno de nuestros autos quedó sin gasolina, pero el otro logró llegar al pueblo más cercano a buscar un bidón de diésel. Gracias a nuestro nuevo amigo de carretera, Félix, pudimos continuar el viaje tranquilos y nos ayudamos mutuamente.

Continuamos hacia El Chaltén, y comenzó a nevar. Llegamos a las 11 p.m., cansados pero felices de estar en este nuevo lugar.




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Buenos días, Chaltén :

Hoy nos despertamos muy temprano, con el deseo de ver el amanecer desde la carretera para admirar cómo la montaña Fitz Roy se iluminaba con los primeros rayos de sol. Fue alucinante, uno de los amaneceres más hermosos que he visto en mi vida. Ver cómo esa inmensa montaña despertaba es algo que quedará siempre en mi mente. Después, volvimos a la hostería para tomar desayuno y prepararnos para hacer el trekking hacia la Laguna Torre.



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El sendero comienza en el mismo pueblo, lo cual lo hace muy accesible. La ruta es preciosa, atraviesa un bosque con mucha vegetación y está rodeada de montañas que, a medida que nos acercábamos al glaciar, parecían crecer aún más. Caminamos 9 kilómetros hasta llegar a la laguna. Al principio, había una gran nube sobre el Cerro Torre, pero poco a poco se fue despejando, permitiéndonos admirar la belleza e imponencia de esta impresionante formación. Me imaginaba las historias de los escaladores que han alcanzado su cumbre, y de aquellos que, por decisión de la montaña o por razones de seguridad, no lo lograron. Debe ser una experiencia increíble estar allá arriba.

Pasamos el día en la laguna, y hasta me dormí una siesta apoyada en una roca, fue muy relajante. Luego emprendimos el camino de vuelta al auto, ya bastante cansados. Sentíamos la fatiga en los pies después de 20 kilómetros de trekking. Al regresar a la hostería, fuimos a cenar a un delicioso restaurante, La Tapería. Dimos gracias por la experiencia y los buenos momentos del día.





Último día:

Hoy nuestro despertador sonó a las 4:30 a.m. Teníamos planeado caminar hasta la Laguna de los Tres (23 km) para ver el amanecer en una laguna en el camino. Sin embargo, al salir a la calle nos dimos cuenta de que había nevado durante la noche y todo estaba cubierto por más de 20 cm de nieve. Todo el grupo llevaba zapatos de trekking, pero no estábamos preparados para caminar con esa cantidad de nieve. Así que decidimos no ir y optar por un día tranquilo en el pueblo, disfrutando el último día del viaje.



Nuestro viaje por la Patagonia fue una experiencia inolvidable, llena de paisajes imponentes y desafíos que nos permitieron conectar profundamente con la naturaleza. Desde las caminatas por bosques nevados hasta la majestuosa vista del Fitz Roy al amanecer, cada día nos brindó nuevas aventuras y aprendizajes. Este recorrido no solo nos dejó recuerdos inolvidables, sino también una profunda admiración por la fuerza y belleza de este rincón remoto del mundo. La Patagonia es, sin duda, un lugar que invita a la reflexión, a la aventura y a vivir el presente de una manera única y transformadora.

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